31.7.11

La música.


LA MÚSICA.

Camino sobre el césped y no lo doblo.
He abandonado la frontera donde las células estrellaban sus cabezas, como judíos en lamento y ladrillo.
No había nada más aquí, sólo luz que difuminaba todo lo mío, todo lo cierto.
Únicamente el sonido logró jugar con mis cabellos;
A él ofrendé mis lágrimas;
Vacié mi cráneo en su falda, hasta mojar el suelo que nos miraba.
Viajaba en cada nota;
Y con violines corté mis muñecas.
Nunca me quise…
Ellos lo sabían, sólo me acunaron en un remolino de armonías;
Donde mi cuerpo se hacía vapor disipándose, violento como lo que llaman vida.
Ahora vibro, aéreo, zigzagueando en los tímpanos de alguien;
Tan huérfano como siempre.

1 comentario:

Unknown dijo...

la música de un cuerpo que se disemina en el poema me ha resultado muy agradable, aunque concluya en esa orfandad de siempre. Saludos