14.6.11

Pájaro ladrón.

Pájaro ladrón.

Pájaro perdido entre la bandada fluorescente;

Todas llevan color para ocultar las caras largas.

Tú, pájaro perdido entre esa danza…

Pájaro perdido, te miro pasar y me muestras los dientes con tu risa de todos los vinos;

Y me ofendes porque sabes que te quiero para mí, pájaro perdido.

Pájaro perdido en esa oscuridad donde todos los cuerpos amalgaman sus plumas en señal de rechazo a la soledad.

Pájaro perdido, te veo desde el suelo y entiendo lo lejano que está tu cielo,

Lo lejos que estoy de tu cielo.

Pájaro perdido entre esos tambores de ojos maquillados y virilidad caricaturizada.

¡Devuélveme lo que me robaste!

Tú, pájaro perdido en el sonido.

¡Devuélveme la paz!

¡Devuélveme la paz!

Ladrón de corazones.

Dedicado a E.P.

5.6.11

YO PENSANDO EN UNA ESQUINA.

Yo pensando en una
esquina.


Paso por el té
enfriándolo con mi garganta en un punto sepulcral; cociendo el silencio de una
nuclear forma; arrancándole todo lo vivo al sonido.
Tengo palpitando sus
ovarios en mis garras de villano, para que el tímpano no vea más la sinfonía
siniestra del día a día.
Estoy quieto. Y me saco
la ropa, me saco la piel y los músculos, me despojo también de los huesos.
Me siento en una
esquina a observar, ya desnudo, enmudecido, reducido a la mínima expresión.
Ahí, en el vacío, todo sereno
e inorgánico, cada uno de mis respiros como hormigas en hilera, conforman la
caravana colorida del recuerdo.
¿Esto es la vida? – Me
pregunto. –
Y el salvajismo de los
sentidos no es más que la polución química de los cerebros.
¿Y esto es la vida? – Me
pregunto. –
La miopía melodramática
en constante compulsión. Ahogando al minuteros en la espuma de sus babas
sentimentales.
Amárrame los dientes
que quiero violarme la lengua.
Tengo furia de dios
sodomizado y sudado de burlas.
¡No existe el alma!
Me has mentido con
descaro.
¡No existe el alma!
Sólo queda la ley de
los átomos entrando en mi cráneo como puñal veleidoso.
 Siempre fue tan hermoso cuando a mordidas de
tu látigo que prometía el cielo, me despedazabas, y cada vez quedaba menos de
mí.
Y me hacía santo en ese
masoquismo que anhelaba chuparles el sexo a los ángeles, a las vírgenes y
bañarme con el semen equino de Dios.
Porque era mi
naturaleza…
Porque era mi pequeñez
entendiendo el mito.
Dime cómo no llorar
ahora.
Pues honro la carne y
la corono como lo único cierto.
En esta esquina,
desnudo, enmudecido, reducido a la mínima expresión, he encontrado mi nirvana,
que no es más que una vela debilucha amamantándose de la penumbra hecha paloma
en los revoltijos del ser.
Tristeza…
Silencio…
Verdad…
Repito.
Tristeza…
Silencio…
Verdad…

1.6.11

EL EMBUSTE.


El embuste.
Recorriendo donde no
voy, la manzana se estrangula.
La boca del estómago es
la cuna de los dientes destemplados.
Duermo al aire libre, a
merced de hielo violador que azula mi piel y blanquea mis iris.
Estoy recostado bajo el
puente;
Son los pasos que me
alimentan en su goteo;
Escurre algo verde que
mi lengua no sabe reconocer.
Soy un monumento al
hambre, de huesos vistosos y desdentada sonrisa de orate.
Mi cuerpo es la abadía
de pájaros ateos:
La carne sólo existe, la carne sólo existe, la carne sólo existe
Susurran en su canto.
Tan aburrida me parece la ciencia con su plumaje altanero y el buche llenos de lucidez,
Que renuncio a los
sentidos y me sumerjo en el humo del opio.
Me baño con el cuento
del alma;
Me reviento los ojos
para tener a un dios a quien temer;
Y como holocausto,
ofrendo al cerebro, para pintarme con el dulce embuste de un cielo al final de
la descomposición…


A mi amigo que no conozco pero, que admiro mucho:
 Sebastián Del Pino Rubio.
FOTOGRAFIA: DAVID NEBRADA (FOTÓGRAFO ESPAÑOL)