29.8.12

ESO QUE NOS DEBE DIOS.


Eso que nos debe Dios:

Y pensar que te tuve bailando dentro de mi casa, que aún respira tu sudor. En ese frenesí, destellando planetas y calaveras fluorescentes.

Sólo nosotros sabemos lo que sucede cuando choca la misma carne, haciendo hervir la materia que nos rodea; bautizándonos con ella en la misa donde el vino es semen volando en cosquillas, y el pan el verbo ronroneando en tus gemidos.

Tus ojos más mis ojos van enhebrando los destinos de los hombres.

Somos un tarot que aprendió a morir mas, no nos importa ya que, sólo en el presente se halla la eternidad.

Embísteme marejada humana, que mi alma de roca juega a  ser arena corriendo  tus dedos y tus dedos se trenzan con mi lengua de maremoto y sal.

Vísteme con tu calor big-bang de saliva que santigua todos mis demonios y masturba a todos mis santos.

Abrázame hasta que tu nombre sea también el mío.

Abrázame y colorearé tu sombra para montarla sobre la muerte.

Abrázame y seremos todas las eras de esta tierra. Seremos todos sus rostros, todas sus risas y todas sus matanzas.

Abrázame y se el valle después del desierto. Yo traigo la sed de todo un pueblo, y tú, eso que nos debe Dios.

11.8.12

Malos pensamientos



MALOS PENSAMIENTOS.

Y un día un potro hecho de rayo y oro recorría los universos más verdes,

pastando centellas y amapolas; los violines lo saludaban al igual que las arpas, que fabricaban

pájaros para homenajearlo. Todo era vida en sus patas, todo era melodía en su exhalar.

y un día me visitó.

 y un día se arrulló en mi garganta.

y un día me sopló una canción, la que vestí de camelias y teñí mi pentagrama con su galope estelar.



Descubrí que el corazón de los hombres está hecho para la muerte.

Todo era pus en sus acciones, todo era como un puño cerrado machacando mi rostro.

 Violaste lo sagrado que hay en mi risa con tu herejía; mataste al caballo de mi garganta,

todos son moscas en mis segundos. No tolero el olor a carne podrida que ahora riego como mantra en una lágrima con rabia.

¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!

Porque secaste la flora de mi hogar.

Porque te burlaste de mi alma, la que  te di untada en miel y versos.

Porque me recordaste que pertenezco al reino de las sombras; que soy un arribista de la luz; un puñado de polvo; la polilla que se quema; la promesa que se rompe.