5.6.11

YO PENSANDO EN UNA ESQUINA.

Yo pensando en una
esquina.


Paso por el té
enfriándolo con mi garganta en un punto sepulcral; cociendo el silencio de una
nuclear forma; arrancándole todo lo vivo al sonido.
Tengo palpitando sus
ovarios en mis garras de villano, para que el tímpano no vea más la sinfonía
siniestra del día a día.
Estoy quieto. Y me saco
la ropa, me saco la piel y los músculos, me despojo también de los huesos.
Me siento en una
esquina a observar, ya desnudo, enmudecido, reducido a la mínima expresión.
Ahí, en el vacío, todo sereno
e inorgánico, cada uno de mis respiros como hormigas en hilera, conforman la
caravana colorida del recuerdo.
¿Esto es la vida? – Me
pregunto. –
Y el salvajismo de los
sentidos no es más que la polución química de los cerebros.
¿Y esto es la vida? – Me
pregunto. –
La miopía melodramática
en constante compulsión. Ahogando al minuteros en la espuma de sus babas
sentimentales.
Amárrame los dientes
que quiero violarme la lengua.
Tengo furia de dios
sodomizado y sudado de burlas.
¡No existe el alma!
Me has mentido con
descaro.
¡No existe el alma!
Sólo queda la ley de
los átomos entrando en mi cráneo como puñal veleidoso.
 Siempre fue tan hermoso cuando a mordidas de
tu látigo que prometía el cielo, me despedazabas, y cada vez quedaba menos de
mí.
Y me hacía santo en ese
masoquismo que anhelaba chuparles el sexo a los ángeles, a las vírgenes y
bañarme con el semen equino de Dios.
Porque era mi
naturaleza…
Porque era mi pequeñez
entendiendo el mito.
Dime cómo no llorar
ahora.
Pues honro la carne y
la corono como lo único cierto.
En esta esquina,
desnudo, enmudecido, reducido a la mínima expresión, he encontrado mi nirvana,
que no es más que una vela debilucha amamantándose de la penumbra hecha paloma
en los revoltijos del ser.
Tristeza…
Silencio…
Verdad…
Repito.
Tristeza…
Silencio…
Verdad…

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